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Al-lâh, el Altísimo, hizo la Ley en palabra, e hizo estas palabras milagros; de modo que dondequiera que miremos en el Libro de Al-lâh, con intención sincera y corazón puro, encontraremos cada tras Aleya, un milagro dominante y una prueba tangible.
Al-lâh, el Altísimo, hizo la Ley en palabra, e hizo estas palabras milagros; de modo que dondequiera que miremos en el Libro de Al-lâh, con intención sincera y corazón puro, encontraremos cada tras Aleya, un milagro dominante y una prueba tangible. Y mediante esto, el musulmán recibe los juicios de la Ley (islámica), bajo la luz de unos milagros resplandecientes, que llenan con su luz los horizontes y las almas, de modo que los pechos y los corazones se abren a la fe. Al-lâh dijo: “A quien Al-lâh no le da luz, no tendrá ninguna luz.”[1].
Además, el Libro de Al-lâh, tiene conocimiento sobre los detalles más minuciosos del alma humana, los cuales nadie sabe salvo su Creador; por eso, el efecto psicológico del Qor’ân es grandioso. Y el habla sobre el alma en el Qor’ân, en diferentes términos, de entre los mas destacados: habla sobre el alma en general, el efecto del Qor’ân en el alma humana y el desgarramiento de la misma, respecto a las barreras del alma humana; puesto que el milagro psicológico del Qor’ân, es lo que se puede entender en las Aleyas, sobre los tipos de personas y sus actitudes, los secretos de sus almas y sus incentivos, y también se refiere a los enemigos de los musulmanes. La Aleya dibuja una escena, de modo que no descuida ninguna parte sin mencionar, resaltando sus rasgos, y dando soluciones adecuadas, que tranquilizan el alma humana.
El primero que se interesó por este tipo de milagros, fue el Imam Al Jattâbî (falleció en el año 388 de la Hégira), el cual lo nombró ‘el efecto del Qor’ân en los corazones’. Dijo: “El milagro coránico tiene otro aspecto, que la gente descuidó; ya que solamente pocos lo conocen, y dicho milagro tiene un efecto en los corazones y las almas. Pues, es imposible escuchar palabras de otra fuente que no sea el Qor’ân, y que al oírlas, el corazón se sincera con gusto y hermosura, a la vez que se fascina y se hace solemne. De ahí que las almas se alegren y los pechos se abran, hasta quedar satisfechos, luego vuelven a su estado de preocupación normal, se llenan de temor y los corazones se alteran, creando una barrera entre el alma y las creencias firmes en ella. Pues cuántos enemigos del Profeta, (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) hombres árabes que intentaron asesinarle, pero al escuchar algunas Aleyas del Qor’ân, rápidamente cambiaron de opinión, le apoyaron y abrazaron su religión; de modo que su enemistad se volvió amistad y su incredulidad se convirtió en fe”[2].
Muchos eruditos afirmaron el efecto del Qor’ân en las almas, tal como Az-Zarkashi dijo: “De ello, la hermosura que se encuentra en los corazones de los oyentes y sus oídos; ya sea quien lo reconozca o quien lo niege. Es suave y tierno en los oídos de los oyentes, y en las lenguas de los recitadores”[3]. Acto seguido, la revelación fue nombrada “la vida de los corazones”, y se consideró que la vida de éstos, es más grandiosa que la de los cuerpos mismos.
Por otro lado, Al Qâdî ‘Iyâd reveló que dicha fascinación y solemnidad, fueron el motivo de la conversión de algunos incrédulos árabes; pues dijo: “De ello, la fascinación que captura los corazones de sus oyentes al escucharlo, y la solemnidad que les llega al recitarlo. Un grupo de personas abrazó el Islam al escuchar sus Aleyas; entre ellos: Ÿubayr Ibn Mut‘im (que Al-lâh Esté complacido con él), ya que escuchó al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) recitar durante el rezo de la puesta del sol, la Sura de At·Tûr (Sura del Monte: El Monte Sinaí), así que cuando llegó a la Aleya siguiente: “¿O es que acaso han sido creados espontáneamente o se han creado a sí mismos?”[4] Y hasta: “¿O es que son los dueños de los tesoros de tu Señor o poseen la soberanía?”[5], dijo él: Mi corazón estaba por volar, y entonces fue cuando el Islam entró en mi corazón por primera vez”[6].
Encontramos este milagro psicológico en el Qor’ân, a través de su influencia en los problemas psíquicos del hombre; pues Al-lâh dijo: “Y con el Corán hacemos descender una cura y una misericordia para los creyentes, sin embargo los injustos no hacen sino aumentar su perdición.”[7]. También dijo: “¡Hombres! Os ha llegado una exhortación de vuestro Señor, una cura para lo que hay en los pechos y una guía y una misericordia para los creyentes.”[8]. Por lo tanto, si la solución para los problemas físicos ocurren mediante los alimentos y los medicamentos, la manera de curar las almas, se realiza por medio de algo espiritual, que sea capaz de internarse en ellas, pudiendo expulsar cualquier mal que las albergue; pues en el Qor’ân hay una cura, y también en ello, hay misericordia para quienes sus corazones se mezclan con la jovialidad de la fe, de modo que se iluminan y se abren para recibir la tranquilidad, seguridad, paz, exhortación y moralejas que hay en el Qor’ân.
Asimismo, en el Qor’ân hay cura para la obsesión, la preocupación, la confusión y la tristeza, ya que conecta el corazón con Al-lâh; de modo que se tranquiliza y siente la protección y la seguridad, también se satisface con la vida. Teniendo en cuenta que la preocupación es una enfermedad, la confusión es una aflicción y la obsesión es una afección; por consiguiente, él es una misericordia para los creyentes, y tiene un efecto extraordinario en el alma humana. Pues, aquel que lee el Qor’ân, se pone a llorar al leer las Aleyas que le provocan el llanto, y se alegra al leer las Aleyas que contienen alegría; y esa es la mayor prueba sobre el milagro psicológico.
Además, en el Qor’ân, hay una cura para los diferentes tipos de sentimiento y de pensamiento; ya que protege el cerebro del exceso, le da la libertad en sus campos fructuosos y le impide gastar su energía en lo inútil, aparte de que le hace seguir un método sano y preciso que hace su actividad productiva y segura, protegiéndole de las faltas. También, en ello, hay una cura de las enfermedades sociales que destruyen la construcción de las sociedades, eliminando su integridad, seguridad y tranquilidad. Dicha cura fue notada por Ibn Al Qayyem, cuando mencionó que todas las enfermedades del corazón, son dos, la de la sospecha y la de el deseo, y el Qor’ân es una cura para ambos tipos[9]; ya que incluye pruebas y evidencias decisivas que aclaran la verdad de la falsedad, de modo que desaparece la enfermedad de la sospecha que corrompen el conocimiento, la imaginación y la razón.
El Imam Ibn Taîmîa afirma que la asimilación del Qor’ân se hace con el espíritu; ya que si éste no existe, no hay vida. Al-lâh dijo: “Asímismo te hemos inspirado un espíritu que viene de Nuestra orden; antes no sabías qué era el Libro ni qué era creer, pero lo hemos hecho una luz con la que guiar a quien queremos de Nuestros siervos. Es cierto que tú guías hacia un camino recto.”[10]. Así que en la Aleya, mencionó tanto el espíritu como la luz; también, Al-lâh dio el ejemplo de la revelación que descendió como vida y luz para los corazones, como la lluvia que desciende del cielo para dar vida a la Tierra; como el fuego que ilumina, como dijo en Aleya siguiente: “Hace descender agua del cielo y corre por los cauces de los valles según su capacidad, arrastrando espuma flotante. Y de lo que queman en el fuego para obtener adornos o utensilios sale una espuma similar. Así ejemplifica Al-lâh la verdad y la falsedad: La espuma se va, siendo un deshecho y lo que aprovecha a los hombres permanece en la tierra. Así es como Al-lâh pone los ejemplos.[11]”[12].
Por otra parte, en unas señales divinas, el Qor’ân analiza el milagro de la psicología de alguna personas; pues, por ejemplo, nos describe la psicología de los reyes, ya que son las personas más pobres, debido a sus muchas necesidades, y los que más se preocupan y aman derramar la sangre; esto a causa de lo que poseen o lo que ambicionan. Al-lâh dijo por boca de la reina de Yemen: “Dijo: Cuando los reyes entran en una ciudad la trastornan por completo humillando a sus habitantes poderosos. Así es como actúan.”[13] Además, el Qor’ân describe una escena intensa, donde describe la realidad de los reyes a través de la situación entre Moisés y el Faraón y su gente, pues dice: “Dijo el Faraón: ¿Y quién es el Señor de los mundos? Dijo: El Señor de los cielos y de la tierra y de lo que hay entre ambos, si tuvierais certeza. Dijo a quienes estaban a su alrededor: ¿Habéis oído? Dijo: Es vuestro Señor y el Señor de vuestros primeros padres. Dijo: Verdaderamente vuestro mensajero, el que os ha sido enviado, es un poseso. Dijo: El Señor del oriente y del occidente y de lo que hay entre ambos, si comprendierais. Dijo: Si tomas otro dios que yo, te dejaré entre los prisioneros.”[14]. Y describe la psicología de la mala persona, de como sufre a causa de la preocupación, confusión, poca estabilidad y temor de sí mismo, de modo que se dirige a sus similares. Al-lâh dice: “siendo como aquel al que se llevan los demonios por los abismos de la tierra y está desorientado. Tiene compañeros que lo llaman a la buena dirección: ¡Venid a nosotros! Di: La guía de Al-lâh es la Guía, y se nos ha ordenado someternos al Señor de los mundos”[15]. Y dice también: “Así es con vosotros Satanás, os atemoriza con sus amigos. Pero, si sois creyentes, no les temás a ellos, temedme a Mí.”[16].
Asimismo, describe la psicología del buen hombre en cuanto a su felicidad por sí mismo y por lo que hace, su fe en el valor del bien y su armonía tanto consigo mismo como con los demás, pues Al-lâh dice: “Esos que creyeron y tuvieron temor de él. Para ellos hay buenas noticias en esta vida y en la Última. No hay nada que pueda sustituir las palabras de Al-lâh. Ese es el gran triunfo.”[17] Y dice: “Los creyentes son, en realidad, hermanos; reconciliad pues a vuestros hermanos y temed a Al-lâh para que se os pueda dar misericordia.[18]”[19].
La hermosura del Noble Qor’ân y su grandiosidad, destacan a través ser capaz de modificar las conductas de los hombres, de un extremo a otro; ya que él es capaz de transformar a los duros de corazón en misericordiosos, cuyos ojos lloran por sus Aleyas tan claras. De hecho, tenemos en Omar Ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté complacido con él) un ejemplo al respecto. Además, es capaz de cambiar el egoísmo en altruismo; y esto se clarifica mediante su descripción a los Ansâr (Los medinenses auxiliadores del profeta) –quienes luchaban entre sí a causa de los botines en la ÿâhiliyya (El período preislámico)-, pues Al-lâh dijo sobre ellos: “Y los que antes que ellos se habían asentado en la casa y en la creencia, aman a quienes emigraron a ellos y los prefieren a sí mismos, aún estando en extrema necesidad. El que está libre de su propia avaricia...Esos son los que tendrán éxito.”[20]. Por lo tanto, el Sagrado Qor’ân es capaz de cambiar nuestras conductas y morales infames, a lo contrario y bueno, pues Al-lâh dice: “Es cierto que esta Recitación guía a la vía más recta”[21].
[1] [Sura An-Nûr (La Luz) 24: Aleya 40].
[2] Al Jattâbî: Zalâz Rasâ’il Fî I‘ÿâz Al Qur’ân, pág. 64.
[3] Az-Zarkashî: Al Burhân Fî ‘Ulûm Al Qur’ân 2/107.
[4] [Sura At·Tûr (Sura del Monte: El Monte Sinaí) 52: Aleya 35].
[5] [Sura At·Tûr (Sura del Monte: El Monte Sinaí) 52: Aleya 37].
[6] Al Qâdî ‘Iyâd Al Yahsibî: Ash-shifâ Bita‘rif Huqûq Al Mustafâ 1/274.
[7] [Sura Al-Isrâ´ (El Viaje Nocturno) 17: Aleya 82].
[8] [Sura Yûnus (Jonás) 10: Aleya 57].
[9] Ibn Al Qayyem: Muftâh Dar As-Sa‘ada 1/250.
[10] [Sura Ash-Shûrâ (La Consulta) 42: Aleya 52].
[11] [Sura Ar-Ra‘d (El Trueno) 13: Aleya 17].
[12] Ibn Taîmîa: Maÿmu‘Al Fatâwâ 19/94.
[13] [Sura An-Naml (Las Hormigas) 27: Aleya 34].
[14] [Sura Ash-Shu'arâ´ (Los Poetas) 26: Aleya 23-29].
[15] [Sura Al-An‘âm (Los Rebaños) 6: Aleya 71].
[16] [Sura Âle-‘Imrân (La Familia de ‘Imrân) 3: Aleya 175].
[17] [Sura Yûnus (Jonás) 10: Aleya 63, 64].
[18] [Sura Al-Huÿurât (Los Aposentos Privados) 49: Aleya 10].
[19] Bilqâsim Muhammad Al Ghâlî: Malâmih Al I‘ÿâz An-nafsî Fî Al Qur’ân Al Karîm, pág.17.
[20] [Sura Al-Hashr (La Congregación) 59: Aleya 9].
[21] [Sura Al-Isrâ´ (El Viaje Nocturno) 17: Aleya 9].
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